La II
Cumbre de los Pueblos Indígenas: un viraje necesario
Marcos
Matías Alonso*
Del 27 al 29 de octubre pasado, tuve el honor de
participar en la II Cumbre de Pueblos
Indígenas de las Américas, celebrada en Buenos
Aires, Argentina. La II Cumbre Indígena fue patrocinada por la Asamblea de las
Primeras Naciones de Canadá (AFN) y la
Organización de Naciones y Pueblos Indígenas de Argentina (ONPIA). El auspicio financiero provino
fundamentalmente del gobierno de Canadá, complementado con los recursos del país
anfitrión.
Mis notas de reflexión enfatizan algunas
observaciones relevantes. Son comentarios basados en el examen de
acontecimientos que viví de manera directa en Buenos Aires. Los principales
sucesos que relato, los ví y escuché de forma
personal, sin ninguna instancia de intermediación. Sin embargo, y a pesar de
todo, puedo estar equivocado en algunas apreciaciones. Cualquier aclaración y/o
precisión será bienvenida.
I. Presencias y ausencias
La II Cumbre Indígena congregó aproximadamente a 800
delegados indígenas. Cientos de rostros indígenas, desde Alaska a la Patagonia, llegaron a Buenos Aires dispuestos a discutir
los grandes temas que preocupan a sus pueblos. Cerca de 100 delegados indígenas
internacionales procedentes de todos los países de América. La inmensa mayoría,
hermanos indígenas procedentes del interior del país.
Los 22 pueblos indígenas de Argentina estuvieron plenamente representados en la
Cumbre Indígena. Había ancianos, jóvenes y niños. Por supuesto, una gran
cantidad de mujeres indígenas del continente. Eran caras y rostros indígenas no
muy conocidos en el ambiente internacional. Sin embargo, nadie puede atreverse
a dudar de su raíz indígena. Sus rostros con caracteres milenarios y voces
ancestrales son testimonios contundentes de ser hijos de la gran nación de Abya Yala. Son parte de la gran
familia de los pueblos indígenas del continente y, como tal, tienen legítimos
derechos para hacer oír su voz.
Algunas de las grandes personalidades del movimiento
indígena de América Latina decidieron no participar en la II Cumbre Indígena.
La agenda general de la Cumbre, incluía la participación de Nicia
Maldonado de CONIVE/Venezuela, Martha Sánchez de ANIPA/México, Héctor Huertas del Cónclave de
Pueblos Indígenas de la OEA, Aucan Huilcaman del Consejo de Todas
Tierras/Chile, Luis Macas de la CONAIE,
Luis Evelis de ONIC/Colombia y Marcial Arias de Panamá.
______________
* Experto Indígena e Investigador del Centro de
Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS/México). marcosma@ciesas.edu.mx,marcos104@hotmail.com
Los principales líderes de las organizaciones
regionales también brillaron por su ausencia. Ni Donald
Rojas, en su carácter de Consejero Mayor del Consejo Indígena de Centro América
(CICA) y tampoco ninguna de las dos
representaciones de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca
Amazónica (COICA). Ambas organizaciones han dejado un vacío
que no ha sido cubierto por ningún actor con representación supraregional.
Nadie puede negar que la falta de los principales líderes
indígenas del continente debilitó la agenda de trabajo
de la Cumbre Indígena. Así como hubo grandes ausencias de los líderes del
movimiento indígenas latinoamericano, también las hubo de otras expresiones
indígenas de Canadá y Estados Unidos de Norteamérica. Debemos reconocer que hubo
debilidad en la interlocución y convocatoria política de ONPIA con el movimiento indígena de Abya Yal; también hubo limitada
capacidad de APN con otras fuerzas indígenas de Canadá y EE.UU. En una política de alianzas y pactos con
el movimiento indígena de América, son lecciones que deben tomarse en cuenta.
La ausencia de las grandes personalidades del mundo
indígena fue recompensada con la gran capacidad de convocatoria de una variedad
de liderazgos con fuerte interés de participar en el escenario internacional.
La experiencia obliga a reflexionar que el derecho al debate de los grandes temas
no es patrimonio exclusivo de ninguna expresión o corriente del movimiento
indígena.
II. La ceremonia de
inauguración y sus lecciones
Los discursos inaugurales corrieron a cargo de los
representantes del Gobierno de Argentina y Canadá. Siguieron las ceremonias
espirituales de los ancianos de Canadá, Centro y Sudamérica. Las primeras reflexiones
espirituales reivindicaron la enseñanza de los ancestros y el derecho soberano
de guiar su propio futuro. Enfatizaron en la importancia del diálogo y la
imperiosa necesidad de ayudarse unos con otros. “Todos somos uno… y juntos
lograremos la fuerza”.
Víctor Capitán en su carácter de Presidente de ONPIA, destacó la importancia del debate
político; recomendó hacer esfuerzos para generar propuestas constructivas y esbozó
un panorama global de los contenidos de la agenda. En su alocución inaugural
señaló que Argentina ha ignorado a los pueblos originarios y que es tiempo de
hacer la reparación histórica.
Terminado el acto protocolario, los cientos de
delegados indígenas hacían esfuerzos en ubicar los temas y contenidos de la
agenda. Resultó algo complicado manejar una agenda en que los textos siempre
aparecían en inglés y luego en español. Era evidente que el formato de la
agenda fue elaborada primero en inglés y posteriormente su traducción al
español. Estos temas, aparentemente triviales, evidenciaban el timón inicial
del enfoque y la dinámica de la Cumbre Indígena. Con cierta dificultad, los
delegados indígenas tomaron nota que se trabajaría en sesiones plenarias y en salas temáticas. Además, se disponía de
espacios para la venta y exhibición del arte indígena y un auditorio para
escuchar a los artistas y creadores indígenas.
Al abordar las “Generalidades del Borrador de la
Declaración Indígena y el Plan de Acción”, vino el primer tropiezo que hizo
girar toda la perspectiva del debate posterior.
La ausencia de Nicia Maldonado fue reemplazada
por otra delegada de ONPIA,
quien lejos de exponer las generalidades: estructura, orientación y enfoque; presentó una lectura general del
“Borrador de la Declaración Indígena”.
En el receso, los delegados indígenas intercambiaban
sus impresiones. Todos coincidían en que los canadienses estaban “tirando
línea”, sospechaban que era un documento “cocinado” y que sólo buscaban el aval
de la asamblea plenaria para legitimar la Declaración. Empezaron a manifestarse
molestias y preocupaciones. Además, los delegados coincidían que era un
documento frío, débil, que no reflejaba la verdadera situación de los pueblos
indígenas y tampoco exponía sus principales reivindicaciones para ser turnadas a
la IV Cumbre de las Américas.
Los organizadores no supieron escuchar los malestares
e inconformidades silenciosas y avanzaron con el desahogo de la agenda sin
tomar ninguna acción emergente. Guiarse con la enseñanza de nuestros ancestros
es saber escuchar el sentir, el pensar y el actuar de nuestros pueblos. Es una
lección que debe aprenderse para evitar futuros episodios que debiliten y
quebranten las bases de confianza mutua.
III. La segunda señal
Al abordar el temario del primero y segundo día,
empezaron a surgir ideas y propuestas complementarias a la versión del
“documento canadiense”. En el debate sobre el derecho a la libre determinación y en el tema sobre el
territorio, la tierra y los recursos estratégicos de los pueblos indígenas,
surgieron diversos cuestionamientos que más tarde serían propuestos en el
documento final de la Declaración Indígena.
Por la noche del viernes 28, el Comité Técnico de
Planificación de la Cumbre se reunió para revisar y consensar
el documento final de la Declaración Indígena. En el desarrollo de la sesión,
el Comité Técnico quedó rebasado por la fuerte presencia de más de 60 delegados
indígenas interesados en hacer oír sus propuestas. Se dio lectura a cada uno de
los párrafos de las cinco cuartillas y se hicieron recomendaciones para la
modificación, eliminación o la adición de nuevos párrafos. Los delegados
presentes en el debate me encomendaron la responsabilidad de retomar sus
propuestas para la redacción de un nuevo
texto con la inclusión de sus sugerencias. Sin duda, estábamos ante la
posibilidad de trabajar un nuevo texto para la Declaración Indígena.
A las 11 AM
del sábado 29 y en cumplimiento al compromiso contraído, entregué al Comité
Técnico las nuevas propuestas sugeridas por la mayoría de los delegados
indígenas. Por la tarde de ese mismo día estaba contemplada la clausura de la
reunión y era indispensable trabajar a marcha forzada.
A las 14 horas de ese día, el Comité Político de la Cumbre
Indígena se reunió para revisar las aportaciones del Comité Técnico. Fui
invitado a esa sesión y con alarmante preocupación pude observar que las
recomendaciones no habían sido tomadas en cuenta. Tanto el Comité Técnico, como
el Comité Político, siguieron trabajando en el “documento canadiense”. Natalia Sarapura, vicepresidenta de ONPIA fue la primera en manifestar su temor por la posible
reacción negativa en la aprobación de la Declaración. El delegado indígena del
Salvador estaba sorprendido por la omisión de ambos Comités de no incorporar
las recomendaciones de los delegados indígenas. Por mi parte, advertí del alto
riesgo de intentar la aprobación de un documento que no reflejaba la situación
indígena de América. Posiblemente el Comité Político consideró que nuestras
palabras de preocupación eran sólo alarmistas y no se detuvo de hacer ninguna
consideración a nuestras observaciones. Demasiado tarde comprenderían el error
de no escuchar las observaciones y recomendaciones de mis hermanos
indígenas.
IV. La plenaria
La plenaria estaba con mucha expectativa de conocer
la versión final del documento de la Declaración Indígena. Se dio una lectura
pausada y al final de la presentación, un delegado de las Antillas solicitó la
palabra y pidió la aprobación y adopción del Documento. Se escuchó un rotundo ¡NO! y decenas de delegados levantaron su
mano para pedir su intervención. Escuchamos participaciones y aclaraciones de
hermanos indígenas de Chile, Bolivia, Ecuador, México, Perú, Argentina,
Guatemala, El Salvador y Honduras; exigiendo la no aprobación del “documento
canadiense” y me pidieron presentar el documento con sus recomendaciones en la
modificación, eliminación y/o adición de nuevas propuestas a los contenidos de
la Declaración Indígena.
Presenté sus ideas y recomendaciones principales y
mostré la reorientación del enfoque de los contenidos. El reto fundamental fue
cómo incorporar las nuevas ideas en la fusión de los documentos. Alejarse de la
versión original sin perder el espíritu central de la nuevas voces indígenas
que exigían una versión que dejara de ser tan frío y débil. El espíritu del
águila y del cóndor nos enseña vuelos en las grandes alturas y nosotros
necesitamos dignidad, valentía y coraje para tocar los temas medulares que lastiman
la dignidad de nuestros pueblos.
Los delegados indígenas solicitaron la lectura en
plenaria de la nueva versión con sus propuestas integradas. Al escuchar la
nueva versión, se escuchó un nutrido aplauso y un consentimiento unánime por
escuchar nuevas ideas y planteamientos más acordes a la realidad de los pueblos
indígenas del continente. Al pedir la palabra el presidente de ONPIA y el Jefe de la delegación canadiense, lo
hicieron para sumarse al consenso y manifestar su acuerdo en el nuevo documento
aprobado en plenaria. La voz del Jefe canadiense hizo retornar la armonía y la
concordia unánime. Esbozo las principales ideas del documento aprobado:
v Los pueblos indígenas rechazan y se oponen
al plan expansionista del Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA). Todos los acuerdos de integración
económica son una amenaza en el despojo y destrucción de los territorios y
tierras indígenas.
v Los pueblos indígenas rechazamos la
militarización de nuestras regiones. Condenamos todo tipo de terrorismo, provenga
de donde provenga. Nos oponemos a las doctrinas de seguridad nacional que han
servido para violar nuestros derechos
como pueblos indígenas.
v Con alarmante preocupación observamos el
crecimiento de la pobreza en nuestros pueblos. La salud, educación y el derecho
al trabajo siguen siendo insuficientes y limitados.
v Exigimos protección jurídica de nuestras
tierras, bosques y aguas en nuestras jurisdicciones.
v Es altamente preocupante ver que los
Gobiernos impiden la aprobación de nuevos instrumentos jurídicos
internacionales para la protección de nuestros derechos; por lo tanto, exigimos
la pronta aprobación del proyecto de Declaración de los Derechos de los Pueblos
Indígenas de la ONU y el de la OEA.
v Demandamos y exigimos el ejercicio de
nuestro derecho a la libre determinación, autonomía y autogobierno. Al igual
que otros pueblos de la tierra, reiteramos el sagrado derecho de decidir el
rumbo de nuestro futuro.
v Asumimos nuestro derecho ancestral e
irrenunciable de proteger nuestros territorios, tierras y recursos
estratégicos. Hemos sido, somos y seremos los mejores custodios de nuestro
hábitat, que es la base fundamental de nuestra libre determinación como pueblos
indígenas.
v Exigimos que los Estados reconozcan el
impacto negativo de sus políticas equivocadas sobre nuestros pueblos. El
impulso de su desarrollo destructivo ha dañado a nuestra Madre Tierra.
v Hacemos un llamado general para construir
nuevas relaciones de respeto, sin discriminación ni exclusión hacia nuestros
pueblos. El crecimiento alarmante de la pobreza nos debe obligar a tomar
acciones emergentes.
V. Comentario final
Los temas anteriores marcan un viraje necesario de
los principales resultados de la Cumbre Indígena. Sus resoluciones la alejan de
ser una instancia “pro gubernamental” y defensores del libre comercio.
En la Declaración de Salamanca del pasado 15 de
octubre, los Jefes de Estado y de Gobierno que participaron en la XV Cumbre Iberoamericana, se olvidaron de la
existencia de los pueblos indígenas. Ninguno de los mandatarios nacionales se
atrevió a manifestar su preocupación sobre la vida de los pueblos originarios.
Tuvo que ser José Saramago, premio Nobel de
Literatura quien llamó la atención de la alarmante situación de los pueblos
indígenas en el mundo.
En Argentina, los mandatarios que asisten a la IV Cumbre de las Américas,
no deben cometer el error de ignorar las propuestas de los pueblos indígenas de
Abya Yala.
Gracias a la voz de Adolfo Pérez Esquivel,
Premio Nobel de la Paz, quien con otros hombres y mujeres
dignos de América, desde la Cumbre de los Pueblos han hecho un llamado a la reflexión y acción
internacional.
Cierro mis comentarios con las siguientes ideas expresadas
en algunos de mis encuentros y desencuentros con los mandatarios del continente:
“Señores Presidentes. Escuchen a los pueblos indígenas
de América. Suspendan las negociaciones del ALCA. El Área de Libre Comercio es la aplicación de un
modelo neoliberal que profundiza la pobreza y la exclusión social. Aprendan a
escuchar nuevas voces. Es
imprescindible escuchar las voces, posiciones y visiones de nuevos actores
emergentes de los pueblos indígenas. Deben ser capaces de comprender que hay otras miradas y tener interés de
acercarse a esas otras percepciones, aunque no compartan necesariamente todos
sus puntos de vista. Deben ser
flexibles y tolerantes, sino escuchan a tiempo, corren el riesgo de estrellarse
con una realidad compleja que será difícil superar. Hace falta un mayor
compromiso y voluntad política más firme y leal por parte de ustedes. Hasta
ahora no han respondido a la altura de la responsabilidad histórica que sus
naciones les confirieron. Hay una agenda de agravios y acumulación de reclamos
insatisfechos. Los pueblos indígenas demandan ser escuchados. En el contexto de
sus deliberaciones en la Cumbre de las Américas,
escuchen la voz enérgica de los pueblos que los interpela: Somos decenas de
millones. No es una cifra que puedan darse el lujo de ignorar”.
Señores
Presidentes: ¡Escuchen a los Pueblos Indígenas de América!